De alguna forma, muchas veces parece más cómodo dejarnos llevar por estados de ánimo negativos, como si salir de ellos nos supusiera un esfuerzo excesivo.
Es como un dejarse caer en la entropía, en la dejadez del desánimo. Y eso es algo que funciona como unas arenas movedizas que pueden acabar por engullirte.
También es cierto que hay personas que necesitan tocar fondo para poder coger impulso y volver a salir a la superficie, y para esas personas quizá pueda serles de alguna utilidad ese dejarse caer.
Pero es importante aprender a reconocer la forma en que se manifiestan nuestros estados de desánimo para que cuando los veamos venir desactivemos esa decadente tendencia con nuestra intención consciente.
Porque no es verdad que esa actitud de desánimo sea lo más cómoda, no es la baja energía la que nos lleva al desánimo sino más bien el desánimo el que nos lleva a tener un bajo nivel de energía.
Y subir nuestro nivel de energía, el no permitirnos decaer, nos ayuda a salir precisamente de ese desánimo impotente, a volver de un modo consciente a nuestro presente y a lo que en él podemos llevar a cabo.
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