Hay quienes consideran que la felicidad viaja en la dirección contraria a la vida y que para ser feliz hay que darle la espalda y evadirse de lo que sucede.
Pero no es así, cuando así lo hacemos podemos llegar a divertirnos o a estar entretenidos, pero ahí lo único que hacemos es olvidar un poco lo mal que estamos.
Es un intento de escapar de nuestra vida porque no nos gusta, en lugar de solucionarla. Y esto nunca funciona.
Si no lo conseguimos, porque quedamos atrapados en la frustración, y si sí conseguimos evadirnos adecuadamente, porque tenemos miedo que la ilusión que hemos creado se desvanezca.
Hemos de establecer la felicidad con los cimientos de la realidad, de lo que somos y de lo que la vida es, porque la felicidad y la paz interior llegan con nuestra reconciliación con aquello que somos.
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