Tenemos la tendencia a irnos autojustificando permanentemente. Es como una especie de recurso de supervivencia psicológica, de supervivencia del concepto que tenemos de nosotros mismos.
Y creemos que la autoestima tiene que ver con ello, pero claramente eso no es así. Si necesitamos justificarnos suele ser por un pobre concepto de nosotros mismos.
Así, reconocer el error o nuestra necesidad de cambiar y evolucionar en algunos aspectos de nuestra vida, lo interpretamos como que no valemos, como que no somos lo suficientemente buenos.
Y eso no es sino la vergüenza tóxica que arrastramos de nuestra infancia, una muestra de cómo nos criticaban al equivocarnos.
No entendemos que cuando tenemos una sana relación con nosotros mismos es cuando no nos cuestionamos nuestro valor al sentir la necesidad de mejorar y evolucionar, sino que vemos esas ganas de crecer como una de nuestras más maravillosas virtudes
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