viernes, 7 de septiembre de 2018

LA ECUACIÓN HUMANA.



El ser humano es como una ecuación que consta de bastantes elementos. Si negamos nuestra dimensión espiritual, la ecuación cambia por completo.

La vida suele ser bastante diferente si tiene ese elemento integrado o si se lo tiene reprimido y anulado. Es diferente tanto la vida como la forma en que la vivimos.

Eso hace que muchas veces sea muy complicado el que pueda darse una buena comunicación entre los que admiten la espiritualidad y lo trascendente en el ser humano y aquellos que la niegan. Porque toda comunicación ha de moverse en terrenos comunes que se compartan por las dos partes.

Y como la espiritualidad, al contrario de lo que la religión a veces ha hecho creer, no puede forzarse u obligarse, sino que uno ha de llegar a ella por sí mismo, suele suceder que los que "ceden" son los espirituales y obvian la espiritualidad en la relación para evitar el conflicto.

Eso puede no suponer demasiado problema en relaciones puntuales, pero en relaciones más cercanas, supone una auténtica negación de nosotros mismos y nos lleva a vivir en la incoherencia.

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