Con respecto al tema de la esperanza siempre he tenido una postura un tanto ambigua.
Por un lado, la veía como un problema porque para mucha gente es una especie de evasión de la realidad que les ha tocado vivir, una forma de esperar que el futuro les compense del pasado.
Y por otro, veía que las expectativas son fuente permanente de frustración. Nacen de ella, porque las tenemos para compensar vacíos, pero esas expectativas son un intento de querer que las cosas sean lo que nosotros queremos, no lo que son, lo cual está condenado al fracaso.
Sin embargo, al leer a Juan de la Cruz, descubrí un nuevo sentido a la esperanza mucho más positivo.
Para ese autor, la esperanza no tiene nada que ver con las expectativas o deseos concretos, sino con un sentimiento de confianza íntima ligada a la fe. Es una especie de esperanza abstracta que nos mantiene siempre en una actitud más positiva en nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario