A veces, para avanzar en nuestro camino y por respeto a nosotros mismos, hemos de tomar decisiones que pueden ser causa de sufrimiento para otras personas.
La clave es hacerlo siempre desde el absoluto respeto al otro y sin deseo de imponer nada. No se trata de obligar al otro a hacer nada, sino liberarse uno de la obligación de hacer algo por el otro a costa nuestra y de lo que sentimos.
No es hacer algo contra el otro, sino dejar de hacerlo contra nosotros mismos.
Esto pasa mucho cuando vamos evolucionando y comenzamos a sentir que las viejas dinámicas de una relación nos resultan ya asfixiantes y limitantes.
Porque las relaciones nacen como fruto de las necesidades de un momento dado de nuestra evolución, y cuando uno evoluciona sus necesidades también lo hacen.
Seamos comprensivos con aquél que no entiende nuestros cambios, que lo vive como una traición imperdonable que les cambia su vida en contra de su voluntad.
Sólo podemos ser lo que somos a cada instante, nunca lo que fuimos, aunque a veces haya personas que les pueda costar entender esto. Y una de las claves de la vida es estar siempre abiertos a los cambios que ésta nos traiga y dispuestos a crecer con ellos.
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