Aquellos que se empeñan en negar cualquier dimensión profunda y trascendente de la vida, lo único que consiguen es vivir una vida plana y superficial, carente de cualquier sentido.
Es un modelo de nihilismo existencialista bastante extendido y que tiene mucho que ver también con el positivismo materialista.
Para esas personas, lo mejor es limitarse a vivir una vida en la que se intenten esquivar lo más posible los problemas, no cuestionarse mucho nada, y vivir con el mayor confort material que se pueda.
Entre ellos los hay de muchos tipos, los hay que sufren en ese sin sentido y que consideran que la vida es una simple tragedia de mal gusto y que lo mejor es olvidarse de todo y no reflexionar sobre nada.
O los hay que se aferran a la superficie de la realidad y a lo externo, intentando que las apariencias de esa realidad sean vistas por los demás como exitosas, para mantener ese autoconvencimiento de que son triunfadores y de que su vida es envidiable.
No es nunca lo mismo ser feliz que ser inconsciente de lo infeliz que se es. Y la felicidad sólo es posible cuando nos hacemos conscientes de esa infelicidad y conseguimos llegar a trascenderla.
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