Muchas de las decisiones que tomamos son apuestas, puesto que no hay forma de prever las consecuencias que tendrán en nuestra vida.
Y en muchos de esos casos, hasta pasado un tiempo no es cuando empezamos a entender las verdaderas razones ocultas que nos llevaron a ello.
Si las decisiones las tomamos sólo desde lo conocido, lo único que podemos obtener es más de lo mismo, de lo que ya conocemos.
Y esas apuestas las podemos hacer desde una lúcida intuición o desde una ingenua inconsciencia, algo que puede parecer parecido pero que no lo es en absoluto.
En la inconsciencia nos basamos en fantasías compensatorias que elabora nuestra mente y cuando se trata de la intuición, en una fe interior que sentimos en nuestro corazón.
Muchas veces, son los propios resultados los que nos permiten ver desde dónde fue que hicimos la apuesta.
Y en muchos de esos casos, hasta pasado un tiempo no es cuando empezamos a entender las verdaderas razones ocultas que nos llevaron a ello.
Si las decisiones las tomamos sólo desde lo conocido, lo único que podemos obtener es más de lo mismo, de lo que ya conocemos.
Y esas apuestas las podemos hacer desde una lúcida intuición o desde una ingenua inconsciencia, algo que puede parecer parecido pero que no lo es en absoluto.
En la inconsciencia nos basamos en fantasías compensatorias que elabora nuestra mente y cuando se trata de la intuición, en una fe interior que sentimos en nuestro corazón.
Muchas veces, son los propios resultados los que nos permiten ver desde dónde fue que hicimos la apuesta.
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