Somos nosotros los que marcamos los límites de lo posible en nuestra vida.
A veces, es nuestra baja autoestima la que nos hace creer que determinadas vivencias no son para nosotros, la que nos lleva a conformarnos con determinados trabajos, relaciones o situaciones, convencidos de que no merecemos más.
Otras veces esos límites vienen de las creencias adquiridas acerca de lo que es posible y razonable y lo que no lo es. Montones de creencias limitantes que circunscriben lo posible a lo ya conocido.
Y en definitiva, ambas cosas son lo mismo, un conjunto de creencias acerca de lo que soy y de lo que es la realidad externa a mí.
Pero más allá de eso podemos jugar de una forma diferente, aceptando que eso no son más que creencias, que no son la realidad última y que siempre pueden ser cuestionadas.
Podemos decidir intentar otras cosas, probar a hacer cosas diferentes de formas diferentes. Probar todo aquello que se nos vaya ocurriendo con la curiosidad del niño que lo explora todo probando siempre sus límites.
No vivir esos límites como algo cerrado sino como una simple zona de confort que merece ser ampliada. Trascender nuestras fronteras y creencias ampliando de forma continua, instante a instante, los límites de lo posible.
A veces, es nuestra baja autoestima la que nos hace creer que determinadas vivencias no son para nosotros, la que nos lleva a conformarnos con determinados trabajos, relaciones o situaciones, convencidos de que no merecemos más.
Otras veces esos límites vienen de las creencias adquiridas acerca de lo que es posible y razonable y lo que no lo es. Montones de creencias limitantes que circunscriben lo posible a lo ya conocido.
Y en definitiva, ambas cosas son lo mismo, un conjunto de creencias acerca de lo que soy y de lo que es la realidad externa a mí.
Pero más allá de eso podemos jugar de una forma diferente, aceptando que eso no son más que creencias, que no son la realidad última y que siempre pueden ser cuestionadas.
Podemos decidir intentar otras cosas, probar a hacer cosas diferentes de formas diferentes. Probar todo aquello que se nos vaya ocurriendo con la curiosidad del niño que lo explora todo probando siempre sus límites.
No vivir esos límites como algo cerrado sino como una simple zona de confort que merece ser ampliada. Trascender nuestras fronteras y creencias ampliando de forma continua, instante a instante, los límites de lo posible.
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