Escogemos, desde nuestro inconsciente, aquellas circunstancias que estamos viviendo.
Y cuando no nos gusta, hemos de ver las razones que nuestro inconsciente tiene para querer pasar por ahí. Y si vemos que son equivocadas, es en el inconsciente dónde hemos de hacer el cambio.
Lo mismo pasa con los demás, escogen las circunstancias por las que pasan. De ahí que sólo podamos ayudar cuando, interiormente estén dispuestos a hacer el cambio.
Esto nos cuesta mucho de entender, nos parece absurdo escoger circunstancias de sufrimiento para nuestra vida. No nos damos cuenta de que lo absurdo, realmente, es pensar que esas cosas nos suceden por una cuestión de puro azar.
Hemos sido educados en la idea de que el sufrimiento dignifica, nos ayuda a crecer, nos redime de nuestros pecados y purifica, que nos permite sacrificarnos o nos permite reclamar el amor y los cuidados de los demás.
Precisamente, ya es el momento de ir soltando el culto que hemos estado haciendo hacia el sufrimiento y de abrirnos, por fin, a la posibilidad de ser felices.
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