En la unidad entramos todos, porque el Todo no es completo si falta un algo y porque el amor nunca excluye a nadie.
En el amor condicional del que venimos, sólo algunos merecían ser amados, aquellos que daban una determinada talla moral. Y aún esos no podían ser perfectos y necesitaban demostrar constantemente seguir mereciéndose ese honor.
Pero el verdadero amor nos incluye a todos, seamos como seamos y nos portemos como nos portemos, porque nace ya de una voluntad de integración, de la consciencia de que todos somos lo mismo.
Unos pueden estar más despiertos a esa realidad y otros menos, y los que menos lo están puede que aún sigan creyendo que para su interés han de avasallar intereses ajenos.
Pero poco a poco, cada vez somos más aquellos que sabemos que mi interés y el interés de los demás están unidos, que lo realmente bueno, es siempre bueno para todos.
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