miércoles, 4 de septiembre de 2019

ALIMENTAR EL ODIO.



El odio se suele alimentar consciente e inconscientemente. Y por eso hay que tomarle la delantera, ser conscientes de él y ser capaz de no favorecerlo en nuestras vidas.


Cuando pensamos que una persona o un grupo humano nos hace infelices y está detrás de nuestros problemas estamos alimentando el odio. Estamos buscando "cabezas de turco" a quien culpar de lo que nos pasa.

Porque en nuestro inconsciente moran miedos ancestrales y profundos no sanados y que, ante determinadas circunstancias, estallan. El miedo al otro sobre todo. Y hay quien conscientemente alimenta eso.

En esos casos vemos al otro como nuestro problema, y deseamos que el otro desaparezca, que no exista. Pensamos que de esta forma desaparecerá el problema.

Y podemos desear eliminarlo físicamente o pretender eliminarlos de nuestra presencia, como si para nosotros no existieran. Al final de la segunda guerra mundial, la mayoría de los alemanes quedaron horrorizados ante el exterminio judío de los campos de concentración, pero todo empezó mucho antes, con los guetos y con las leyes para hacerles invisibles.

El problema del barco de emigrantes "Open arms" provoca muchas emociones porque nos coloca, simplemente, ante de algo que no queremos ver.

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