Se suele decir, y considero además que es así, que es el momento de dejar atrás a los maestros externos a fin de seguir a nuestro propio maestro interior. Que el tiempo de los gurús ya pasó.
Lo que eso quiere decir, sencillamente, es que nadie es perfecto ni poseedor de la verdad absoluta. Y que es inútil, y bastante empobrecedor, seguir a alguien de una forma ciega e incondicional.
Eso no quiere decir que no escuchemos a voces ajenas, o que no leamos reflexiones de otras personas. Supone no aceptarlas sin más, sin reflexionar lo que vemos de acertado o de desacertado en ellas.
Algunas veces, esas voces nos ayudan a definirnos, a ir teniendo más claro qué es lo que más resuena en nosotros. Y muchas de esas reflexiones pueden suponer, a su vez, una invitación consciente y respetuosa a reflexionar sobre algo concreto.
Pero siempre, siempre, teniendo claro que lo que realmente importa es atrevernos a mirar la vida desde nuestros propios ojos.
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