Asumir nuestra responsabilidad supone, entre otras cosas, dejar de culpar inmaduramente a otros de lo que nos pasa. Dejar de culpar a nuestra pareja, a nuestros padres, a los políticos de turno, a los emigrantes, a los bancos, al sistema, a la vida o al Universo.
Los conflictos internos que todas las personas tenemos son bastante similares. Si vemos más allá de las aparentes diferencias veremos en lo que nos parecemos al otro, veremos como sus miedos son bastante parecidos a los nuestros.
Lo que me altera y lo que me molesta y me hace infeliz tiene que ver conmigo, con lo que aún no he resuelto. Y el otro me lo refleja.
Puedo ver como los conflictos del otro provocan desequilibrios a su alrededor, pero lo importante para mí es ver los míos. Mi gran labor es trabajar en mi propio equilibrio y desde ahí aportar algo más de armonía.
Y si siento que eso me resulta muy difícil y que me cuesta mucho hacerlo, al menos podré entender que a los demás también les cueste
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