Rellenamos nuestra vida con constantes distracciones, con permanente ruido externo, para no escuchar nuestro ruido interno, el ruido de nuestros pensamientos y emociones
Para no escuchar las tonterías que nos decimos, nuestras autocríticas y ver falta de amor a nosotros mismos. Para no darnos cuenta de las constantes justificaciones o de nuestro discurso victimista.
Y esta sociedad nos ofrece constantes distracciones, con montones de aparatos electrónicos diseñados para ello. Haciendo del aburrimiento nuestro principal enemigo.
Siento que es muy importante callarnos un poco y perder el miedo al aburrimiento, el miedo a no hacer nada, a quedarnos quietos.
Porque más allá de la permanente cháchara de nuestra mente existe también un espacio de paz profundamente creativo que nos permite ver mucho más claro, como las aguas de un río cuando se aquietan y nos permiten ver, con más claridad, el fondo.
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