La mayoría de las veces la búsqueda de seguridad y protección es una forma de alimentar nuestros miedos, de hacerlos más reales.
Ponemos nuestra tranquilidad en elementos externos y que como tales están sujetos a cambios permanentes y son inestables.
En realidad, lo que nos interesa es la confianza interior para afrontar los cambios y circunstancias que nos vayan viniendo.
La confianza nos permite estar más abiertos y cercanos a los demás, mientras que las medidas de protección se basan en la desconfianza, me separan de los otros y me aislan. Esa sensación de aislamiento es la que nos mantiene realmente en el miedo.
Y es abrirnos a lo que hay, y conectar con nuestro poder interno, lo que nos hace ver que somos mucho más invulnerables de lo que creíamos y que la mayoría de nuestros miedos no son sino sombras sin consistencia alguna.
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