Este tiempo que comienza es un tiempo de integración, no de confrotación. Y todo intento de anular al contrario va a estar condenado al fracaso.
Ya no se trata de vencer a nadie, ni de tomar revancha alguna por posibles agravios sufridos en el pasado. Se trata, simplemente, de integrar.
Cada uno lleva su ritmo y tiempo, y no podemos obligar a nadie a evolucionar. Simplemente hemos de dejar las puertas abiertas de par en par para ayudarles cuando sientan que es el momento de su cambio.
Es un tiempo de integración. Todos juntos en pos de un bien común, un bien en el que todos, sin excepción, y hayamos hecho lo que hayamos hecho en el pasado, estamos incluidos.
Porque es un tiempo de Amor inclusivo, no exclusivo, y que se basa en el constante reconocimiento mutuo. Por fin podremos ver al otro tal cual es y vernos en el otro tal cual somos.
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