Hay quienes se niegan abrir determinadas puertas de su inconsciente temiendo salgan de él fantasmas escondidos, como si el hecho de no abrirlas les librara de su influencia.
Y no es así sino más bien al contrario, mientras menos conozcamos nuestro inconsciente, más fuerte y dominante es su influencia en nosotros.
Es cuando abrimos la luz de nuestra consciencia que pueden desvanecerse las sombras que en ese inconsciente nos asustaban y que creíamos terribles fantasmas.
Es cuando abrimos esas ventanas que podemos limpiar lo que no nos sirva y recuperar los tesoros que allí teníamos olvidados.
Así pues, no hay que tener miedo a investigar sobre nosotros mismos y a conocernos más a fondo, porque sólo atravesando nuestras sombras podemos llegar a ver la auténtica magnitud de nuestra luz.
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