jueves, 28 de diciembre de 2017

ABRIRSE AL INCONSCIENTE.



Hay quienes se niegan abrir determinadas puertas de su inconsciente temiendo salgan de él fantasmas escondidos, como si el hecho de no abrirlas les librara de su influencia.

Y no es así sino más bien al contrario, mientras menos conozcamos nuestro inconsciente, más fuerte y dominante es su influencia en nosotros.

Es cuando abrimos la luz de nuestra consciencia que pueden desvanecerse las sombras que en ese inconsciente nos asustaban y que creíamos terribles fantasmas.

Es cuando abrimos esas ventanas que podemos limpiar lo que no nos sirva y recuperar los tesoros que allí teníamos olvidados.

Así pues, no hay que tener miedo a investigar sobre nosotros mismos y a conocernos más a fondo, porque sólo atravesando nuestras sombras podemos llegar a ver la auténtica magnitud de nuestra luz.

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