Sentir nuestra fuerza y nuestro poder interior. Tener claro que somos los que decidimos el rumbo de nuestra vida.
Reconocer que asumir la responsabilidad de lo que hacemos y vivimos es convertirnos en seres maduros y libres.
Que no hay nadie ni nada que pueda hacernos daño a menos que, de alguna forma, le demos nuestro permiso, normalmente por miedo o por culpa.
Que nadie puede saber mejor que nosotros mismos qué es lo correcto en cada momento de nuestra vida, y lo que nos viene bien o nos viene mal. Y que podemos equivocarnos las veces que necesitemos y decidir aprender de ello.
Gracias por vuestro coraje, vuestra disponibilidad y vuestra entrega para ir abriendo nuevas puertas, para transitar, juntos, nuevos caminos de libertad.
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