Hemos de aprender a diferenciar los problemas físicos de los emocionales implícitos en una enfermedad. Partiendo de la base de que muchos de esos problemas sí que tengan una base emocional.
A veces, el tener determinados problemas físicos o enfermedades nos puede llevar a creer que tenemos derecho a ser tratados de una forma especial, más amorosa y a exigírselo a los demás.
Nuestro niño herido utiliza, entonces, esos problemas físicos para intentar obtener de los demás el cariño que cree necesitar, para compensar carencias emocionales.
Eso es algo que no es positivo en ningún sentido porque, por un lado nos lleva a sentir ventaja en el hecho de la enfermedad, y por otro nos evita hacernos responsables de nuestras necesidades emocionales. Y eso es muy negativo para nuestra sanación.
Se trata de darnos cuenta y no usar ese mecanismo, que suele operar desde el inconsciente, para reclamar o exigirles a los demás atención, y de saber que la responsabilidad de nuestra situación es, ante todo, nuestra y que ello es la clave de nuestra sanación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario