Tenemos fuerza para vivir todo aquello que aparezca en nuestro camino. Aunque a veces lo olvidemos o lo ignoremos.
La sensación de debilidad o de inseguridad nos viene, en muchas ocasiones, de no estar conectados con nuestra fuerza vital y eso nos viene, a su vez, de no conectar en la infancia con nuestra propia voluntad, con nuestras necesidades.
Quizá porque no sentíamos el amor de nuestra madre y pensábamos que debíamos ganarnos el amor complaciéndola y renunciando a esa voluntad propia.
Y ese afán de complacer nos lleva siempre a buscar la aprobación del otro y la guía de los demás, lo que refuerza aún más nuestra sensación interna de inseguridad.
Por eso, cuando esto se da, es muy importante dejar de buscar cualquier aprobación ajena y conectar de nuevo con nuestra voluntad y nuestras propias necesidades.