Existen actualmente como dos líneas de entender o de afrontar la vida, dos líneas que parecen bastante irreconciliables. Son como dos formas de juego distintas.
Por un lado estamos aquellos que sentimos que la vida tiene un profundo sentido y que para abrirnos a él hemos de adentrarnos en nuestra dimensión espiritual.
Y la línea de los que niegan esa dimensión espiritual y ven la vida como carente de cualquier sentido, los que piensan que lo que hay que hacer, simplemente, es no complicarse la vida.
Son dos concepciones del mundo que hace que todo se entienda y se experimente de una forma profundamente diferente. Por eso la comunicación entre ambas lineas suele ser muy complicada. Es como si habláramos lenguajes diferentes.
Por eso, a veces, lo más que podemos hacer y podemos pedir es un sencillo respeto a nuestra y a la otra posición, profundizando nosotros en aquella que sentimos y vivimos como real.
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