En la vida el proceso de maduración de la persona está ligado al de la autonomía, a mayor autonomía, mayor madurez.
Y la autonomía está, a su vez, relacionada con la responsabilidad, somos autónomos cuando nos responsabilizamos de nuestra vida y de las necesidades que ésta tiene.
Responsabilizarnos no sólo de nuestras necesidades físicas, sino también de las psicoemocionales. Y esto equivale a no esperar que sean otros los que atiendan esas necesidades.
Vivir esperando que otros cubran mis carencias afectivas o mis vacíos existenciales, algo que con frecuencia se hace con los hijos, supone cargar a otros con algo que nos corresponde sanar y resolver a nosotros.
Cuando asumo mi responsabilidad es cuando puedo relacionarme con una mayor libertad puesto que libero al otro de mis expectativas y a mí me libero de cualquier dependencia.
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