Hemos vivido de espaldas a la Madre Naturaleza, como obsesionados por escapar de ella y con la idea de explotarla a nuestro servicio, de una forma insaciable.
Hemos construido una civilización basada en la represión de nuestros instintos animales. En un esfuerzo por el dominio del cortex más racional, por el dominio absoluto de la mente sobre el cuerpo.
En la mitología esto era representado por los héroes solares que se enfrentaban a reptiles, como Hércules frente a Hidra o San Jorge y el dragón.
Y es por ello que nos hemos olvidado que nunca dejamos de ser naturaleza y de que somos parte de Gaia, que éste es nuestro planeta y que, como corean los jóvenes en sus manifestaciones, no hay un planeta B.
Es el momento, pues, de reconciliarnos con esa parte de nosotros que también somos y con nuestro propio cuerpo como la manifestación más clara de ello.
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