La política es la que suele llenar una gran parte de los noticiarios, pero los cambios más grandes y potentes no vienen de la política sino de los ciudadanos.
Son las personas que están haciendo cambios en sus vidas y en su forma de ver el mundo las que traen el cambio. Personas que asumen la responsabilidad esencial de sus vidas.
Personas que tratan a sus hijos de forma diferente, permitiendo que vayan desplegando el potencial que traen y trasmitiendo el valor de la responsabilidad frente al caduco valor de la sumisión en la que ellos fueron educados.
Y esas personas no tienen necesidad de salir en los medios, llevan a cabo el cambio de una forma humilde y silenciosa. Cada una de ellas va aportando su grano de arena a un profundo cambio de mentalidad que lo trasforma todo.
Y la política, si quiere sobrevivir, tendrá que adaptarse a esos cambios, porque en la nueva mentalidad ya no hay lugar al seguidismo ciego a promesas, sino la simple constatación de los hechos que se lleven a cabo.
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