Vivimos tristemente en una sociedad que apenas da respuestas ni posibilidades a los jóvenes, lo cual es lógico en un sistema bastante deshumanizado, pero preocupante porque ellos son el futuro.
No se les da un sentido vital. La educación no encuentra tampoco un sentido que haga ver hacia dónde va. Parece que es para preparar a los jóvenes para un mercado laboral deslavazado en el que apenas tienen posibilidades de realización.
Lo único que parece ofrecérseles son formas de distracción y entretenimiento constantes, generalmente a través de soportes tecnológicos, que les permitan distraerse de su triste situación.
La educación debería ayudar a esos jóvenes a ser seres maduros y responsables, a desplegar su potencial creativo y su innata curiosidad.
Porque eso es lo que facilitaría que ellos mismos pudiesen aportar algunas de las soluciones e ideas que este sistema caduco les está negando.
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