En una cultura en las que las relaciones se han basado en la dominación y la sumisión cada persona tiende a insensibilizarse en función del papel que tenga.
Si se trata de una persona sumisa, suele ser muy dado a sobrevalorar la opinión de los otros y a buscar la aprobación ajena, y suele muy sensible a hacer cualquier cosa que pueda molestar e incomodar a los otros. Sin embargo tiende a permitirque le hagan cosas y a no protegerse, se insensibiliza con respecto al daño que recibe.
Si tiende a ser dominante, tiende a no valorar la opinión de los otros y no le importa hacer cosas que puedan molestar a los demás si lo siente conveniente para sus intereses. Esas personas tienden a hacerse insensibles con respecto al dolor que causan, lo consideran problema del otro y que ellos se limitan a expresar lo que les sale sin falsas hipocresias.
Ambas insensibilidades son fruto de su infancia y se complementan, y dan, en muchos casos, lugar a unas relaciones que tienen en sus dinámicas elementos claramente sado-masoquistas.
Se trata de ver cuál es nuestro bloqueo y de sanarlo para poder llegar a relizarnos y relacionarnos más allá de ese juego de dolor, recuperando, así, una sensibilidad mucho más saludable.
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