Las relaciones de pareja se encuentran, en muchas ocasiones, condicionadas por una especie de ideología romántica de carácter fantástico bastante tóxica.
Y es tóxica porque nos lleva a buscar algo que no es real y a desaprovechar, desde la frustración además, las maravillosas posibilidades reales que sí que pueden darse.
Cuentos de hadas, series juveniles, comedias románticas, telenovelas... todo nos lleva a una idea desvirtuada de esas relaciones en las que la vida o la felicidad de las personas depende de si se junta o no con alguien, de si se encuentra o no con el príncipe o la princesita adecuados.
Es una forma inmadura de evasión cuando, en realidad, la relación de pareja es una oportunidad maravillosa para profundizar en nosotros, para conocernos y crecer a través de la relación.
Es el espejo perfecto para contemplarte a ti mismo en todos tus aspectos, con tus luces y con tus sombras, sombras que, precisamente, esa relación puede ayudarnos a sacar a la luz.
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