Aquello que nos limita es lo mismo que nos separa de los demás. Es la doble acepción de los límites. Eso que nos bloquea y nos impide realizarnos, es lo que nos confina a vivir separados y aislados de los demás.
En ese sentido, hemos de saber que vivimos en una sociedad construida a base de la creación de límites, con el ego como eje central y símbolo de la creencia de separación y aislamiento.
Una sociedad que cree en familias separadas o en patrias, ideologías, religiones, etc., que funcionan a base de complejos ficticios de superioridad frente a las otras.
El ego vive de los límites y de establecer diferencias con los otros, pero esos límites son, precisamente, los que nos impiden saber lo que Somos y los que nos hacen vivir en lo que creemos ser.
Y es que ni siquiera son límites reales, lo real es la unidad esencial de todo. Y, de hecho, es ése el auténtico despertar al que hacían referencia tantos maestros del pasado.
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