A veces nos preguntamos si el trabajo interior que llevamos a cabo sirve para algo. Esa duda nos puede venir porque es un trabajo que parece no tener fin, a una capa sigue otra capa. Pues bien, es uno mismo el que tiene que averiguarlo.
Observa si has cambiado tu forma de ver la realidad hacia una forma más comprensiva y menos conflictiva, que te haga estar más templado y sereno, contigo mismo y con los demás.
Observa si los acontecimientos dolorosos o difíciles de tu vida los vives de una manera más equilibrada, con un grado de intensidad en el sufrimiento menor que antes y de menor duración.
Siente si eres más flexible ante los cambios, si consigues adaptarte mejor a las nuevas circunstancias que llegan a tu vida, y si estás más abierto y receptivo a esos cambios.
Todas esas cosas son señales de evolución, de que uno va madurando y creciendo en su proceso, y de que el trabajo que uno va llevando a cabo, trae sus frutos reales.
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