El respeto es la mejor base para cualquier relación. Y eso implica aceptar que el otro es como puede y quiere ser, que es como es, independientemente de nuestras necesidades.
Respetar al otro es entender que tiene una perspectiva diferente a la nuestra de las cosas, unos intereses que pueden ser distintos a los nuestros, y formas de expresión también diferentes.
Y esto hay que llevarlo a cabo tanto a las relaciones más puntuales como en las más íntimas y cercanas, donde a veces creemos tener derechos adquiridos sobre la otra persona.
Porque respetar no es tanto soportar al otro y aguantarnos como llegar a comprender en profundidad al otro, poder vernos en él y poder crecer juntos en esa mutua comprensión.
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