Nuestros actos y relaciones suelen estar llenas de segundas intenciones, de intenciones inconscientes, de las que, en la mayoría de los casos, ni siquiera nos damos cuenta.
Solemos buscar obtener algo de los demás, puede ser material, psicológico o emocional: aprobación, cariño, obediencia, que me cuiden, etc. Y también en la mayoría de los casos esa búsqueda viene disfrazada de amor o generosidad.
Ello es bastante inevitable cuando solemos tener en nosotros una mentalidad de escasez, de sentir la necesidad de tomar de fuera lo que nos negamos a nosotros mismos.
Es muy imporrante sacar, en la medida de lo posible, esas intenciones a la luz para poder tener unas relaciones más sanas y honestas, y no transitar en una permanente frustración.
El amor incondicional es áquel que no busca nada y que disfruta del puro gozo de su práctica, de la presencia y de todo lo que ello nos provoca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario