La ideología de la familia ha servido para sostener muchas relaciones carentes por completo de amor, en las que la unión estaba producida, no por un amor de corazón, sino por el simple hecho de ser familia.
En esa ideología, el amor era una obligación, un deber, que además se demostraba mediante una actitud de sumisión u obediencia a los más mayores.
Una ideología que consideraba adecuado que los verdaderos sentimientos vivieran sepultados bajo una capa de hipocresía para no alterar el supuesto orden y, así, no se decía lo que realmente se sentía, sino solamente lo más convenía.
Esto llevaba a que todo quedara reprimido y soterrado en un nivel inconsciente, bloqueando nuestra auténtica capacidad de amar que necesita de la libertad y de la honestidad para poder llegar a manifestarse.
Muchos se siguen aferrando a esa ideología porque tienen miedo de no ser capaces de amar y de quedarse solos si esa ideología desaparece y nadie tiene ya la "obligación" de amarles.
Pero ha llegado ya el momento de hacer el cambio con valentía, y de ser más honestos y claros en todas nuestras relaciones, que se nos ame más por lo que realmente somos que por el parentesco que tengamos.
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