Cuando intentamos cambiar la realidad externa nos encontramos con la resistencia e incluso el ataque de aquellos que no están de acuerdo con ese cambio o que se sienten amenazados.
Cuando el cambio se centra en el interior no busca cambiar la realidad externa sino que los cambios en esa realidad son un efecto secundario e inevitable de ese cambio interior.
Es por ello que las resistencias y ataques que se produzcan serán mucho menores y tendrán menos motivos para poder ser justicados.
Además, mientras más profundos sean los cambios en uno mismo, más visibles y grandes son los cambios que se producen en el exterior.
Y todos ellos de una forma sutil y no violenta, porque se mueve menos en la densidad de lo material y más en la sutil manifestación de lo energético.
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