Poco a poco, la consciencia se va abriendo camino en nosotros, vamos encajando piezas y recordando aquello que realmente somos.
En este mundo somos como caminantes en la niebla, a los cuales les cuesta ver su camino, apenas si podemos ver nada salvo unos pocos metros delante nuestro.
Pero la niebla llega un momento en que comienza a disiparse, y es la luz de la consciencia la que nos ayuda a irla disipando precisamente, a deshacer fantasías e ilusiones.
Porque cada vez resulta más duro e insoportable vivir sin entender nada, pensando que todo no es sino una broma pesada de un azar cósmico, o creyendo que lo mejor es vivir dormidos, mirando a otro lado y entretenidos en el consumo o en la evasión.
Es ya el momento de ir despertando y de darnos cuenta de que la realidad es, siempre fue, y será, mucho más profunda y rica de lo que, en nuestra ceguera e inconsciencia, nosotros nos pensábamos.
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