Recientemente estuve en el museo del Louvre y para mí deja claro lo que ha estado sucediendo con el mundo de la cultura.
Por un lado, la acumulación de todo tipo de obras descontextualizadas y que pierden por ello la razón de ser para la que fueron creadas, convirtiéndose en piezas de consumo rápido en un museo que no invita a detenerse frente a nada.
Por otro lado, la concepción de un cierto elitismo de estar en determinados sitios o frente a determinadas obras, inmortalizando con nuestras fotos la visita que hicimos: "yo estuve allí", como si eso significara algo importante.
Y aparece además en el museo bien clara la relación entre consumo y arte. El gran salón de la foto fue restaurado por la compañía Total y dejan fe de ello en piedra, y la entrada y salida del Louvre es un claro centro comercial, con todo tipo de tiendas de lujo y pirámide incluida.
Hay que señalar, además, que es la creatividad de otros, guardada en un museo, lo que se admira, lo que otros hicieron y a los que la sociedad consideró como los referentes a admirar.
No somos conscientes de que lo realmente importante es nuestra capacidad de ser creativos y de desarrollar en nosotros nuestra propia expresión artística de aquello que interiormente sentimos.
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