La culpa nos impide asumir nuestra responsabilidad, y eso, a su vez, nos impide asumir nuestro poder.
La culpa por habernos equivocado genera en nosotros el miedo a decidir, la inseguridad, y es por ello que buscamos a una autoridad externa que decida por nosotros.
Pero es precisamente de esa autoridad externa de dónde suele venir nuestra culpa, la que usa esa culpa para mantenernos sumisos y en la impotencia, la que nos hace dudar de nosotros mismos.
Es el momento de soltar cualquier tipo de culpa para poder asumir sin miedos la responsabilidad de nuestra vida, sabiendo que, en todo caso, el error no es sino una forma natural de aprendizaje.
El camino es recuperar el poder y libertad que nos corresponde con respecto a nuestra vida, y de darnos cuenta de que para recuperar ese poder esencial hemos de dejar atrás ya cualquier tipo de sumisión.
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