Muchos de nuestros miedos son un maravilloso instrumento para descubrir qué problemas arrastramos de nuestro pasado, sobre todo de nuestra infancia, que aún no hemos resuelto.
Así, si tengo miedo a la soledad, es posible que arrastre algún problema de abandono, si tengo miedo a que pierda mi trabajo, puede ser una muestra de la inseguridad con la que viví mi infancia, etc.
De lo que se trata no es de intentar asegurar lo que que me preocupa para el futuro, pues eso es tirar energía haciendo más fuerte aún nuestro miedo.
Sino que se trata de sanar nuestro pasado y resolver el problema que arrastramos. Cuando así lo hacemos dejamos, por fin, de proyectar ese problema hacia nuestro futuro.
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