El tiempo de cambio es ya un hecho y cada persona se va adaptando a él de la mejor manera que puede.
Muchos lo vivirán como un tiempo de desconcierto, pero es un tiempo depurativo.
Nos hemos permitido experimentar durante siglos el dolor que supone negarnos a nosotros mismos y a nuestro poder, manipular y utilizar a los demás, y permitirnos ser manipulados.
Ahora estamos ya sintiendo la necesidad de recuperar la cordura en nuestras vidas, la necesidad de dejar de avergonzarnos de nosotros mismos, y de hablar al otro como un igual, de tú a tú mirándole a los ojos.
Nos cansamos ya de las mentiras, de las que nos contaron y, sobre todo, de las que nos contamos a nosotros mismos.
Y de ese cansancio surge la necesidad de Ser, sin aditivos, y de encontrarnos, sin más, también con la presencia del otro.
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