Hay
momentos en la vida que se nos manifiestan claramente como un cambio
de ciclo, las circunstancias y acontecimientos que en él aparecen así
nos lo indican.
En esos casos se trata de cerrar con amor y gratitud la etapa que termina y sentirse firme, dispuesto y abierto ante la etapa que comienza.
Y para poder sentir ese amor y esa gratitud es muy importante la sanación de las heridas sufridas y que sintamos el perdón entendido como una profunda comprensión de que lo que fue, fue, y a la vez, de que nada de lo que pudo pasar fue tan grave como para mantener en nosotros una insana actitud de rencor.
El rencor, como la culpa o la depresión, nos ata inútilmente al pasado, nos mantiene en el victimismo y nos impide avanzar ligeros y dueños de nuestro destino hacia el futuro y hacia todo aquello que nos traiga nuestro cambio de ciclo.
Es el amor el que, como una vela desplegada al viento, nos impulsa al libre avance en nuestra travesía y el que abre nuestro futuro a todas sus infinitas posibilidades.
En esos casos se trata de cerrar con amor y gratitud la etapa que termina y sentirse firme, dispuesto y abierto ante la etapa que comienza.
Y para poder sentir ese amor y esa gratitud es muy importante la sanación de las heridas sufridas y que sintamos el perdón entendido como una profunda comprensión de que lo que fue, fue, y a la vez, de que nada de lo que pudo pasar fue tan grave como para mantener en nosotros una insana actitud de rencor.
El rencor, como la culpa o la depresión, nos ata inútilmente al pasado, nos mantiene en el victimismo y nos impide avanzar ligeros y dueños de nuestro destino hacia el futuro y hacia todo aquello que nos traiga nuestro cambio de ciclo.
Es el amor el que, como una vela desplegada al viento, nos impulsa al libre avance en nuestra travesía y el que abre nuestro futuro a todas sus infinitas posibilidades.
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