Poco a poco vamos despertando y soltando capas y capas que oscurecían nuestra visión de aquello que siempre hemos sido.
Tendemos a ir por la vida a ciegas, sin saber lo que somos ni por qué estamos en la vida, ni qué sentido tiene. Nos limitamos a sobrevivir como podemos, aturdidos y confusos.
Es el momento de empezar a recordar, de volvernos a mirar a los ojos, de reconocernos y encontrarnos en la mirada del otro.
El momento de soltar los trajes de aquello que hemos estado interpretando, de los múltiples papeles por los que nos ha tocado pasar, y de abrazarnos, con el alma desnuda, en un abrazo infinito.
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