Cuando por fin soltamos lo conocido, la vida se abre a lo desconocido y se convierte en una experiencia creativa y única.
Una creatividad que participa de la creatividad general que se da en el flujo constante y natural de los acontecimientos.
Dejamos de reaccionar desde nuestra programación, con la cual repetimos siempre los mismos patrones, independientemente de cual sea la situación que estemos viviendo; patrones que no son sino señales de aquello que aún no hemos resuelto en nuestro interior.
Y comenzamos a responder creativamente en función de todo lo que va sucediendo a cada momento. Y la vida nos sorprende en cada instante.
Y nos sorprendemos a nosotros mismos haciendo cosas que nunca pensamos antes que pudiéramos hacer, pensando y sintiendo cosas nuevas.
Nos atrevemos a investigar y vivir en terrenos desconocidos, y a ampliar el campo de lo posible con nuestras propias experiencias creativas.
Abriéndose así nuestra vida y convirtiéndonos en la mejor constatación de que otro mundo y otra forma de vida son siempre posibles.
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