Venimos de un mundo dual en el que rechazábamos fuera aquello que habíamos reprimido en nuestro inconsciente.
Y no nos bastaba con esa represión interior, sino que buscábamos eliminarlo de nuestra realidad externa mediante la lucha activa contra todo aquello que nos pareciera negativo.
Y todo ataque hacia afuera reforzaba, una y otra vez, nuestra represión interna y con ello nuestra disociación.
Ahora, nuestro camino comienza a ir en la dirección de ir trascendiendo progresivamente ese conflicto dual y de ir integrando todo aquello que antes no admitíamos.
Así, cuando dejamos de luchar contra lo que no nos gusta y nos abrimos a ello, permitimos que se vaya integrando en nosotros y que vayamos recuperando nuestra unidad esencial.
Toda injusticia en el mundo es fruto del conflicto y de la separación. La solución, por tanto, no está tanto en luchar contra la injusticia, algo que venimos observando a lo largo de la historia, como en superar la separación que se da en nuestras propias vidas.
Y no nos bastaba con esa represión interior, sino que buscábamos eliminarlo de nuestra realidad externa mediante la lucha activa contra todo aquello que nos pareciera negativo.
Y todo ataque hacia afuera reforzaba, una y otra vez, nuestra represión interna y con ello nuestra disociación.
Ahora, nuestro camino comienza a ir en la dirección de ir trascendiendo progresivamente ese conflicto dual y de ir integrando todo aquello que antes no admitíamos.
Así, cuando dejamos de luchar contra lo que no nos gusta y nos abrimos a ello, permitimos que se vaya integrando en nosotros y que vayamos recuperando nuestra unidad esencial.
Toda injusticia en el mundo es fruto del conflicto y de la separación. La solución, por tanto, no está tanto en luchar contra la injusticia, algo que venimos observando a lo largo de la historia, como en superar la separación que se da en nuestras propias vidas.
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