Con frecuencia escucho expresiones de desprecio hacia la especie humana lanzadas por personas que parecen renegar de lo que son, y que viven, pues, en un permanente conflicto consigo mismos.
A mí la especie humana me inspira ternura y compasión en un sentido sano. Soy consciente del amplio abanico de posibilidades que tenemos, del coraje con el que vivimos y de la fuerza de superación que hay en nosotros.
Es verdad que no hay ninguna otra especie que sea tan dañina hacia la Madre Naturaleza como la nuestra, pero tampoco conozco a ninguna otra especie con un nivel tan alto de sufrimiento como el que sufrimos nosotros.
Un sufrimiento que viene, desde mi punto de vista de una falsa idea de separación y de que no sabemos manejar nuestro potencial. Solemos ir ciegos e ignorantes por la vida.
Es el momento de aprender a dejar de ver lo que somos como una desgracia y aprender a ver y a valorar en nosotros el infinito campo de posibilidades que representamos, nuestra maravillosa capacidad de cocrear en positivo con el Universo.
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