Vivimos en una cultura opaca que no facilita el que miremos nuestra realidad en sus múltiples aspectos. Es muy conveniente que ayudemos a abrir esa percepción de la realidad.
En nuestra cultura los mayores tabúes sobre los que hablar han sido el sexo y la muerte. Y curiosamente el sexo nos habla de cómo venimos a la vida y la muerte de cómo nos vamos de ella.
En nuestra cultura la gente no suele hablar de sus experiencias espirituales, aunque la mayoría las hayan tenido de uno u otro tipo. Preferimos callarlas porque: "¿qué pensarán de mí?"
Todo aquello que es preciso abordar para comprender la dimension profunda del ser humano se convierte en inadecuado, incorrecto, o directamente en tabú. Y la "realidad oficial" de los medios de comunicacion no aborda estos temas.
De cada uno de nosotros depende, pues, estar dispuestos a abordar sin complejos todo lo que sentimos esencial en la vida, ir perdiendo ya el miedo a hablar de todo ante todos.
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