No creo que sea ya tiempo de grandes maestros, ni tampoco tiempo de revoluciones de masas a través de la propaganda.
En ese juego sigue habiendo una autoridad que es quien más sabe y unos seguidores que van tras él y que creen lo que se les dice.
Es tiempo de un contacto cercano, de boca a oído, de corazón a corazón, desde la igualdad que permite mirarse a los ojos sin miedo.
Cuando uno desde su propia experiencia, desde su despertar y conectar con su maestro interior, ayuda a otros, en condiciones de igualdad, a despertar y a conectar con su maestro interior.
En una sociedad que ha tendido a la deshumanización, estos cambios vienen desde la rehumanización y el afecto álmico, desde la cercanía y reconocimiento de nuestros corazones.
Desde la alegría siempre de encontrarnos con y en el otro y de sentir nuestra conexión con el todo a través de ese sagrado y libre encuentro.
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