Nuestro verdadero poder está siempre en nuestro interior. Y es ese verdadero poder el que luego podemos manifestar en el mundo exterior.
Es lo contrario de lo que se ha hecho habitualmente. Vivimos en un mundo que ha buscado el poder en lo exterior, a través de dominar a otras personas, para intentar compensar la falta de autoestima y la desconexión interior.
Ahí se ve, una vez más, como esa desconexión con nosotros mismos nos lleva a unas relaciones tóxicas hacia los demás que nos impiden crecer, unas relaciones dominadas por la desconfianza.
Cuando somos capaces de profundizar en nosotros mismos es cuando estamos en disposición de desactivar lo que bloquea nuestro poder, las heridas y creencias del pasado.
Y es, cuando hacemos eso con la suficiente profundidad, cuando nuestra sanación sana al mundo y nuestra liberación lo libera, entre otras cosas porque somos capaces de conectar con los problemas de origen que también están en nosotros.
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