Mucha gente no sabe el porqué le pasan las cosas, viven la vida como una sucesión de acontecimientos en los que la suerte o el azar tiene el papel principal. Como si un bombo cósmico repartiera números arbitrariamente.
Y eso les hace sentir que pueden quejarse ante esa mala suerte, ante el destino o un Dios que maneja el bombo de una forma injusta.
No entienden por qué unas personas tienen que sufrir más problemas que otros. Simplemente se viven como víctimas de su vida.
No ven la posibilidad de tener un mayor papel en esa vida, de no limitarse a que la vida suceda sino a interactuar con ella en un permanente flujo creativo que vaya desplegando nuestro potencial interno.
Y eso es algo que viene, inevitablemente, a través de asumir la responsabilidad de lo que nos pasa, de reconocer que, aunque sea a nivel inconsciente, nosotros tenemos siempre la responsabilidad principal de todo aquello que nos va sucediendo en nuestra vida.
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