A veces, cuando arrastramos carencias afectivas muy fuertes, podemos tener la tendencia a aferrarnos a alguien, a crear fuertes dependencias.
Y eso evidentemente nada tiene que ver con el amor, sino con intentar compensar desde el exterior unas carencias no sanadas que arrastramos desde nuestra infancia.
La dependencia y el apego excesivo nunca son saludables, intentamos controlar a los demás y estamos dispuestos a renunciar también a nuestra libertad para ello.
Si sentimos que hay un apego muy fuerte es que tenemos que hacernos conscientes de esa tendencia en nosotros, tener cuidado de no aferrarnos, y sanar las heridas que tenemos.
Vamos hacia unas relaciones que nos permitan ser libres y vivir conectados con nosotros mismos, desde un amor a otros que nazca de la responsabilidad asumida en nuestra propia vida.
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