Hemos vivido tiempos en los que parecía que ya no tenían sentido las eternas preguntas del ser humano ¿Quiénes somos? ¿ Qué hacemos aquí? ¿Por qué somos conscientes? ¿Hay vida o consciencia tras la muerte? etc.
Daba la sensación de que cualquier posible respuesta era un forma inmadura de eludir el dolor del hecho existencial, una forma de inventarnos un sentido a algo que no lo tiene.
Y la filosofía fue quedando relegada en los planes de estudio y en la vida misma. Y la ciencia dejo de hacerse preguntas para entender cómo era las cosas y se dedicó a la tecnología y otras cosas más "prácticas".
Ha habido un intento de negar la profundidad real del ser humano e intentar hacerle vivir de una forma superficial y anestesiando de muchas formas su consciencia.
Pero el ser humano sigue ahí, dispuesto a no renunciar a esa dimensión profunda, abriéndose de nuevo al descubrimiento permanente de esas grandes cuestiones que, desde siempre, están en nuestra propia esencia.
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